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Traicionar la Paz...


Traicionar la paz y dividir a Guatemala es el título del campo pagado publicado el pasado 16 y firmado por 12 mujeres y hombres, todos: ladinos, blancos, urbanos, entre políticos, profesionales, empresarios, intelectuales y conocedores del Estado, porque han ejercido desde altos hasta medianos cargos en diferentes gobiernos. En resumen, un puñado que habla y representa a la perfección a la elite minoritaria que ha controlado, ostentado y disfrutado con exclusividad los privilegios históricos que les ha asignado la blancura en Guatemala. Todo a costa de la explotación o la destrucción de la vida de millones de niños, hombres, mujeres y ancianos indígenas o mestizos, todos pobres y cobrizos.

Un punto clave del documento es que evidencia cómo viejos enemigos ideológicos y políticos durante el conflicto armado –pero que comparten orígenes de clase y racial– se reencuentran y se alían para hacer un frente en contra de los pueblos indígenas, negando los crímenes de lesa humanidad que enfrentaron desde el Estado. Si aún existía duda del racismo estructural que une a los sectores ladinos y criollos del país, este pliego es la mejor evidencia para constatarlo.

Un segundo punto, muestra los límites materiales del “ladino solidario”, que teoriza Charles Hale, frente a los pueblos indígenas. Estos son parte de los ladinos profesionales e intelectuales, que son solidarios mientras los indios no amenacen su estatus y posición privilegiada reclamando derechos, mientras acepten el yugo de la ignominia, mientras se vistan con las migajas de la representatividad y vivan en la miseria, pero cuando articulan su voz, cuando con evidencias reclaman justicia y buscan su liberación, allí termina la solidaridad ladina. Es entonces cuando los indios dejan de convertirse en aliados, para convertirse en enemigos.

Finalmente, los firmantes conocen el Estado porque han trabajado y orbitado alrededor de él, pero terminan haciendo una defensa oficiosa del mismo. A pesar de saber de los agravios históricos para con los indígenas, amenazan con el retorno de la violencia y piden que el Estado se mantenga tal y como está. No aceptan los hechos, negando así, la vida misma de los diferentes pueblos indígenas.
IRMALICIA VELÁSQUEZ NIMATUJ

http://www.elperiodico.com.gt/es/20130422/opinion/227225/

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