T r a n s l a t e!

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RECUERDOS DE ESQUIPULAS

Llegué a mi casa a las dos de la tarde, y dos policías bebian en la cantina que estaba a la par de mi casa, atendida por una mujer muy bonita. Que le decían pasita. Salí a las tres y media a hacer un mandado a continuar trabajando con la fotografía ambulante y regrese a las 10 de la noche. Los policías continuaban bebiendo. Me pareció extrañamente raro. Entre a la cantina, para observarlos de cerca y pido una coca. Estaba tan cerca de ellos que era imposible no mirarles la cara.
Entré a mi pequeña casa con mi cuñado de 10 años y me preparo para descansar. Me pongo a pensar en los dos policías y como un instinto decido subir como gato la pared, que en la parte trasera colindaba con la casa de mi mother. Aparezco en la calle Real, camino hacia el Templo y me voy a dormir al puesto. En los puestos me sentía mas seguro, era muy difícil identificar quienes dormían en esos pedacitos de casas de madera de 3.50 x 4 metros. Donde las familias pobres convivíamos vendiendo nuestras, artesanías. “LOS RECUERDOS DE ESQUIPULAS” en un ambiente comunal. Me levanto con el sonar de las campanas anunciando la misa de las seis de la mañana una misa muy corta y precisa para todos los que quieren empezar un día con la bendición divina.
Me extraña ver a mi cuñado venir tan temprano y acercándose me dice. “Dos policías con las pistolas en las manos se metieron en la casa me preguntaron por usted” “¿Que te dijeron?”
“Vos ichoco cerote. donde esta Moncho?“
"Yo que se." les dije.
"Lo buscaron asta debajo de la cama. Le dieron una gran patada al chucho y se fueron por la puerta”.
Las campanas volvieron a sonar y yo con la mente en blanco. Regresando el caset a todo lo que me había sucedido el día anterior. Los policías siempre los policías acechándome toda la tarde.
Empecé a darme cuenta de lo vulnerable que yo era. Cuantas veces no me refugiaba por las tardes en el templo por que ahí me sentía seguro. Cuantas veces al salir por la puerta del costado derecho, en donde los padres hicieron una galera para prender velas. Se venían sobre mí en picada, aquellas dos oscuras golondrinas, pidiéndome, exigiéndome, que me fuera. Me acosaban en forma exagerada, asta que entraba nuevamente a la Basílica o me alejaba por el conjunto de gradas circulares, que daban aquel espacio tranquilo de árboles viejos. Grama cuidadosamente cultivada.
Lo primero que se me ocurrió fue ir hablar con José Luis Martínez.
Llegue a la sastrería, y le conté lo sucedido me dijo. "Vengase vamos hablar con Sebastián." Sebastián era el dirigente principal del frente amplio aquí en Esquipulas. Una persona muy tranquila demasiado tranquila para la situación que estábamos confrontando, caminamos asta su casa situada en la calle que da a la salida de los campos de la burrera. Su casa era fresca y confortable. Nos recibió doña Carmelina su Esposa. "Pacen adelante" Nos encaminó al jardín, donde Sebastián estaba con una manguera regando los claveles y las rosas. Lo mire y realmente lo vi preocupado casi nunca había conversado con el.
Pero le tenía confianza. Nos saludamos con un apretón de manos. Su vos no era fuerte y hablaba despacio como si no tuviera prisa.
José Luis le contó inmediatamente lo que a mí me había sucedido, nos miro a los dos con a sus ojos pequeños por un buen rato y dijo mal humorado.
"No se que putas esta pasando, asta el Viejo se me voltio."
Refiriéndose al alcalde el que por primera vez habíamos electo democráticamente, que desgracia en verdad todo hubiera sido diferente si Sebastián Jiménez y no Don Victorino, fuera el Alcalde, pensé.
"Ahora se niega a firmar las peticiones que queremos enviar para que el gobierno desarme a toda esta gente aquí en Esquipulas. Queremos que Esquipulas sea como Antigua, donde no permiten armas. Los turistas disfrutan sus vacaciones en paz. Para que nuestra comunidad viva sin miedo."
Apago el agua de la manguera y se puso el sombrero y dijo. “Vamos hablar con don Manuel.” Don Manuel era el jefe de la policía.
Llegamos, don Manuel nos recibe un poco sorprendido, no me ve a los ojos directamente.
“Anoche unos policías entraron a mi casa con la intención de matarme.”
“¿Que es lo que esta pasando?” le interpelo Sebastián.
“No.” Dijo don Manuel. “Les voy a presentar a todos los policías. Si reconoce alguno dígamelo e inmediatamente.” Se fue hacia dentro y llamo a los policías al frente. No reconocí entre los presentes a los dos policías que había visto tomando la noche anterior.
“No es ninguno de ellos.” Le respondí.
Yo sabía que los policías no estaban ya en Esquipulas, pues habían sacado el culo como se dice en su argot.
Quedamos de reunirnos con Sebastián en los próximos días para delinear estrategias políticas con lo referente al partido y el alcalde que no seguía los lineamientos.
Una semana después lo mataron. Sobre eso hablare mas adelante.
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