T r a n s l a t e!

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SEBASTIAN {Sebastián Jiménez}



Amarillo se puso el templo,
después del baño mañanero que el Sol le dio.
Amarillo se pusieron los pinos verdes,
las praderas, los árboles de ocote.
Amarillo se pusieron los caminos de tierra,
los madrugadores, los sombreros de palma.
Amarillo se pusieron las montañas,
las nubes el cielo mismo. El aire.
Son los amaneceres del verano.
Los días de calor y sombras.
Así deberían ser los días siempre,
sin el filtro azul del medio día o el rojo de la tarde.
La tranquilidad de la mañana cambia con el día.

Caminamos por la calle del monte, después que se llamara la calle del millón. No se la razón.
Hoy es lunes. Los lunes casi siempre son tranquilos, después de un fin de semana lleno de turistas.
Caminamos con disimulo. Con un poco de miedo por las calles desiertas de la mañana. Eran tiempos de Don Virgilio Ortega, el Señor que nos regalaba la vida, “JEFE DE LOS COMISIONADOS MILITARES DE ESQUIPULAS. “
“Cada comisionado es nuestro ojo y oído.” Decía el gobierno…
 
,
Don Virgilio tenía la peculiaridad de participar personalmente en los crímenes que con su banda orquestaba, había llegado a Esquipulas, después de 1954, estableciéndose con el negocio de cochero, recorría todas las aldeas en busca de cerdos sarnosos que adquiría a bajo precio para vender en  el mercado. Apestoso a carne da vaca pasaba el tiempo asta que de carnicero paso hacer. El señor que daba o quitaba vidas sobre el amplio territorio de Esquipulas. {Su final fue muy tormentoso y trágico pero es otro tema}


Sebastián se levanto muy temprano como siempre, sabia que este día iba hacer muy especial. El documento elaborado cuidadosamente en hojas de papel sellado, estaba terminado, solo faltaba la firma del alcalde. Miro el reloj, tomando café. Faltaban 5 para  las nueve tomó el documento escrito en 3 hojas, las enrollo, le dio dos golpecitos suaves. Ya había regado los claveles, las macetas. Amontono la leña, desayuno requesón con tortilla tostada. Café con pan.
 Vio la Esquipulas que soñaría eternamente. 
La Esquipulas incluyente, no la Esquipulas que vivimos hoy.
“No, nono” dijo.
 Se le salio la voz del pensamiento, pero regreso a su sueño, el que soñaría eternamente, vio de nuevo esa Esquipulas diferente, sin armas, sin muertes, sin clases sociales con una juventud  así, deportiva, soñadora, buscando siempre llegar a la meta.
Volvió a la realidad, miro al perro, y salio rumbo a la municipalidad. A tres casas de su vivienda estaba el destacamento militar armado hasta los dientes.
Dos almendros refrescaban la mañana.
Dos bestias estaban en fila, para cambio de herraduras en la herrería del lado.  
Camino por la acera estrecha de la primera calle, que desembocaba en el parque municipal, su corazón se desbordaba de alegría. Se enviaría el escrito firmado por el alcalde y un grupo considerable de vecinos directamente al  Ministerio de Gobernación  pidiéndole terminara con los grupos paramilitares que tanto daño hacia al pueblo de Esquipulas y a los turistas que nos visitaban.

\La mañana se reflejaba en la belleza del parque municipal. Rodeado de casas con tejas y balcones viejos, los cocales mecían el viento. La vendedora de yuca en hojas de queso y atole agrio viene asta las 10.

Sentado sobre el recostadero, del sofá de cemento del parque de la iglesia parroquial.
Un muchacho de 19 años guardaespaldas del jefe de los comisionados militares, esperaba por Sebastián. Nosotros caminábamos hacia su casa para esperarlo cuando regresara con el documento firmado, Sebastián no puso atención a su asesino. Momento que aprovecha el victimario y le dispara  Sebastián sin soltar el documento se lleva la mano el al pecho y cae muerto al instante, el asesinato sucede a 20 metros de la policía Nacional y a una cuadra del destacamento militar. El asesino se va caminando por el camino hacia los Arcos.

Llegamos a su casa y nos sorprendimos, su esposa lloraba con el documento en 3 hojas de papel sellado manchados de sangre, por esto miren decía por eso lo mataron.
El grupo nos quedamos desconsolados en la amplia sala de su casa.
“Ya lo van a capturar, el Ejercito los Kaibiles van tras de el.” Nos imaginamos los soldados como fieras corriendo detrás del asesino.
Cuando de pronto aparece, el Capitán del Ejército, en traje de fatiga armado asta los dientes, con un corvo en la espalda. Todos los presentes se volcaron a escuchar. El Capitán traía la noticia de la captura. 
Soldados como perros rabiosos se lanzaron para capturar al asesino. 
"Lo capturaron capitán?" Pregunto uno de los presentes. 
"Ahí no más va por los arcos," dijo otro.
El capitán dio media vuelta bailando sobre sus tacones, al mismo tiempo que nos sentaba señalándonos con el dedo a todos. se veía muy molesto por lo sucedido, pensamos pues estaba muy enojado, y no era para menos Sebastián era su vecino hay de seguro lo veía todos los días hasta se han de haber saludado.
“Buenos días Don Sebastián “
“Buenos días Capitán”.
“Que notición nos va a dar?” Me pregunte.
Se paro en el centro de la sala y señalándonos otra ve a todos con el dedo dijo:
“ESTO ES POR CULPA DE USTEDES,” nosotros nos miramos entre si hundidos en las sillas de madera y nos pusimos pálidos y continuo,
”POR ANDARSE METIENDO EN MIERDAS.”
Salio de la casa como quien va a la guerra. Pero la orden ya había sido dada.
Un gran silencio lleno la sala, se calmaron los llantos, nadie respiro, como por dos minutos. Todos estábamos blancos como un papel. El asesino paso el rió de los arcos y un carro lo esperaba, que se lo lleva bajó la protección del ejercito a un lugar en el mismo Esquipulas. La cede del movimiento de liberación nacional MLN el partido cuyo eslogan era Dios, Patria y Libertad.
Meses después paso a hacer guardaespaldas de un alto dirigente del MLN.
A su padre la regalaron una chumpa de cuero negro la cual lucia con orgullo al pasearse por las calles de Esquipulas.
Regresar a nuestras casa fue una proeza, tan grande, había primero que salir dando vueltas por la periferia.
Ninguno de los que fuimos a la reunión tenía carro, a puro golpe de calcetín cruzando ríos saltando cercos lo más lejos posible del destacamento militar.
Todos los que estábamos presentes esa mañana con la excepción de los vecinos de Sebastián éramos pobres y pertenecíamos a los barrios que circundaban la basílica.
No pongo sus nombres en relieve por no pecar de olvidar alguno y porque otros ya fallecieron.

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